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19/08/2019

Una vivienda colectiva en busca de la autonomía

En agosto se inauguró un nuevo centro piloto en la Ciudad Vieja, que busca coordinar organismos para que exista un impacto mayor en la política pública. 

Hasta 40 personas compartirán esta nueva casa colectiva en la Ciudad Vieja. Foto: R. Pérez. 

Ángela Rocío Pérez / Sudestada / @arocioperez

Una de las críticas más fuertes que, según Santiago Bachiller, antropólogo especialista en exclusión social, se le puede hacer a Uruguay y al resto de los países latinoamericanos es la dependencia estatal. También critica que sea el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) el único responsable del tema a nivel del gobierno nacional. “Es evidente que Ministerio de Vivienda y de Trabajo no se hicieron cargo”, aseguró.

Dentro del Programa Calle, las autoridades también ven como dificultad la centralidad en su organismo. “Numéricamente capaz que no sería de difícil resolución la situación de las personas en la calle, pero conjugan ahí un montón de organismos del Estado que deberían trabajar coordinadamente y no solamente verse como un problema del Mides”, expresó Cecilia Molina, una de las responsables del programa.

“Acá hay un tema de vivienda, de trabajo, de salud. Todos los sectores deberían trabajar en conjunto. Si bien existe la Mesa de Intercalle, un espacio interinstitucional gubernamental, en los hechos es difícil”, afirmó.


El nuevo centro piloto, una vivienda colectiva con 14 habitaciones, en la Ciudad Vieja. Foto: R. Pérez.

El 1° de agosto el Mides, en conjunto con el Ministerio de Vivienda, abrió un centro piloto en la Ciudad Vieja. Está destinado a aquellos usuarios de refugios nocturnos que no tienen posibilidad de egresar de esa situación. Esta iniciativa “es asumir que hay determinadas personas que hay que asistirlas y no tener miedo de decirlo, con eso del famoso asistencialismo versus inclusión”, dijo rla esponsable del programa de Captación y Derivación del Mides, Karina Mello.

Además aseguró que “a casi todos les pasa algo extra a su vulnerabilidad en cuestiones vinculadas a las salud física o mental que aumenta la vulnerabilidad total. Es mentirnos el pretender hacer determinado proceso o trabajo hacia el egreso porque son personas que no lo van a lograr”.

En total vivirán en el edificio 40 personas, de las que 10 serán seleccionadas de los programas del Ministerio de Vivienda y el resto provendrán de los centros del Mides.Todas ellas deberán contar con un ingreso mínimo de cinco mil pesos. Contarán con subsidios para alimentación y la tarjeta Uruguay Social.

Las personas que califican para esta nueva modalidad de vivienda son, en general, mayores o con algún tipo de discapacidad y que perciben una jubilación o pensión, insuficientes para abonar un alquiler pero suficientes para hacer frente a algunos gastos. Este será un centro 24 horas que funcionará como el hogar estable de estas personas. La meta, a diferencia de los refugios tradicionales, no es que egresen del sistema sino que logren autonomía.

El edificio cuenta con 14 habitaciones en las que vivirán entre una y cuatro personas, según el tamaño del cuarto. Además hay 12 baños a lo largo de los varios pisos lo que permite que cada habitación, si no tiene su baño dentro, tenga uno muy cerca.

Hay una cocina equipada, espacios de recreación, lavandería con secarropas y ascensor. Las 40 personas vivirán con un equipo de entre dos y tres personas que los acompañarán en el proceso de la independencia. Tendrán que aprender a hacer sus compras, cocinar y lavar su ropa.

Al llegar los primeros usuarios al centro “se veía la alegría y la felicidad que tenían de llegar y encontrarse con su cuarto, con su espacio; de cambiar radicalmente el formato de los lugares en los que habían estado”, expresó Jonathan Moreira, coordinador del centro.


Fredy y José son dos de los usuarios del nuevo centro en la Ciudad Vieja. Foto: R. Pérez.

Fredy Iribarne (68) fue uno de los que se mudó el primer día. Un funcionario lo trajo en auto a él y a José Varela, un compañero del refugio de la misma edad. Ambos se instalaron en un cuarto con baño privado. Allí les esperaban camas con acolchados, un pequeño placard para cada uno, toallas nuevas, mesas de luz y una lámpara sobre ellas.

Iribarne califica para el programa porque cobra una pensión y no tiene posibilidades de volver a su casa en el Cerro porque allí vive su único hijo, que es drogadicto y la convivencia se hizo insostenible y violenta.

Aunque durante la visita de la responsable del Mides reclamó que no tienen cerradura en la nueva habitación, Iribarne reconoció que las instalaciones superaron las expectativas de ambos. "Aunque allá tampoco estábamos mal, acá la verdad que es impresionante".

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