Encuesta a personal sanitario muestra que el 70% teme contraer #Covid-19. Gremiales reclaman análisis aleatorios pero el MSP apuesta a la bioseguridad
Sala del Hospital Maciel. Foto: Archivo Presidencia.
Anabella Aparicio / Darío Klein / Sudestada
Miedo a contagiarse, angustia, estrés y ansiedad. Eso es lo que siente el 70% de los enfermeros y enfermeras que trabajan en Uruguay, en medio de la emergencia sanitaria por Covid-19. Esos datos surgen de una encuesta interna realizada por el Colegio de Enfermeras.
En la primera línea de combate al Coronavirus hay unas 7 mil enfermeras y enfermeros, que día a día trabajan cerca de las 300 camas destinadas específicamente para lidiar con pacientes con Covid-19 o en puertas de emergencia.
“Uno pregunta por qué sienten miedo y un 70% dice que es porque no se realizaron el test y el otro 30% porque se sienten desprotegidos” en cuanto al acceso de equipos de protección personal (tapabocas, guantes, túnicas, etcétera), explicó a
Sudestada Silvia Santana, coordinadora del Comité sobre Covid-19 dentro del Colegio.
Daniel se levanta cada mañana, no agarra el uniforme porque lo dejó en el Hospital, pero recuerda que ya lo tiene que traer de vuelta para lavarlo. Sale a tomar el ómnibus al centro de la ciudad de La Paz. Lo espera un periplo de aproximadamente una hora y dos ómnibus, que lo llevarán a la puerta del Pasteur donde trabaja como auxiliar de enfermería. La preocupación diaria es que los ómnibus algunas veces vienen llenos. Eso a veces le da más miedo que su trabajo en sala de internación. Por eso, prefiere dejarlos pasar y esperar uno con menos pasajeros. Su familia está haciendo cuarentena, él es el único que sale y por eso, la preocupación es su fiel compañera hace ya dos meses. Él no ha tenido contacto con personas enfermas ni tampoco síntomas que lo lleven a sospechar. Tampoco se ha hecho un test, y por eso siempre tiene la duda de que pueda ser un asintomático. Sus días y cada movimiento que hace, están marcados por el temor constante de que infectar a su familia.
De acuerdo a los datos oficiales del Ministerio de Salud Pública, entre el 13 de marzo y el 9 de mayo, se testearon a 4.505 trabajadores sanitarios (un total de 5.187 hisopados, ya que algunas personas se hicieron más de uno). Esto supone que solamente el 10% del total de estos trabajadores se realizó el estudio.
De ese total, el 2,2% (100 personas) tuvo diagnóstico positivo y 10 de ellos seguían cursando la enfermedad al 9 de mayo, uno falleció y los 89 restantes se recuperaron. De todos los casos positivos de Covid-19 en el país, los trabajadores de la salud representan el 14%.
Según los últimos datos oficiales, actualmente hay más de 42 mil trabajadores en el sector sanitario en todo el país. De ellos, más de 15.300 son médicos, unas 4.700 son licenciadas en enfermería y unas 22 mil auxiliares de enfermería, según registros del Colegio de Enfermeras y el Colegio Médico del Uruguay. A esto se debe sumar personal de áreas como tisanería, camilleros, cocineros, lavandería y personal administrativo, entre otros.
María trabaja en el Hospital de Clínicas y el Policial. También tiene miedo, estrés y ansiedad. Se baña seis veces al día: antes de salir del hospital, durante su turno y cuando llega a su casa. El retorno al hogar es el momento de mayor tensión para ella. Media hora quitándose la ropa, desinfectándose, bañándose, atendiendo cada detalle, para poder darle un beso a sus hijos. De tanto lavarse las manos y el cuerpo todo el tiempo, siente que la piel se le cae. Eso, dice, “te genera un estado ‘borderline’ psíquico y emocional”.
De una institución a otra
El 87% de las profesionales de la salud son mujeres y muchas de ellas jefas de hogar. Su preocupación no son solo ellas y sus pacientes, sino sus hijos y familiares.
“Todos los días es un desafío: ¿tendré un sospechoso hoy?, ¿un confirmado?”, relató a
Sudestada Nury Pintos, licenciada en enfermería y encargada del Comité de Infecciones en la mutualista Casmer de Rivera, donde hace pocos días se detectó el primer caso.
“El problema es que si bien el paciente es del Hospital público, el personal va de una institución a otra y sigue trabajando y no se lo testea”, indicó. Algo que se agrava en la frontera, donde a veces el personal uruguayo trabaja también del lado brasileño. De todas formas, Pintos comentó que el nivel de tensión bajó allí porque tuvieron tiempo para prepararse y ensayar protocolos antes de que llegara el primer infectado.
Pero hay casos de personal infectado que toma más notoriedad que otros. Uno de ellos derivó en el primer infectado en un asentamiento irregular de Montevideo. El 24 de marzo, el ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol, confirmó que se había detectado un caso en el asentamiento “El Monarca”. Se trataba de un trabajador de la salud que se sentía mal, fue a la puerta de emergencias y, ante los síntomas, se lo testeó y mandó a su casa en cuarentena. El trabajador ya se recuperó.
Desde el 3 de marzo y previendo que podía darse una pandemia, el Colegio de Enfermeras solicitó dos veces reuniones con el Ministerio de Salud Pública, al Presidente de la República y a ASSE. Solo llegaron a reunirse con autoridades de este último organismo. Quedaron en elaborar una agenda de trabajo pero hasta ahora, no se llegó a concretar.
Juan llega a cubrir su guardia en el CTI de la zona Covid, del hospital que atiende. La rutina es siempre la misma y el temor siempre el mismo: contagiarse. Lavado de manos, ingreso al área, otro lavado de manos. Se saca la ropa, se pone el equipo descartable de block quirúrgico y se mira al espejo. Todo tiene que estar en su lugar. Todo en el orden previsto. No puede haber errores. Luego, se pone el gorro para el pelo, la sobretúnica, tres pares de guantes, antiparras y una máscara facial. Se vuelve a mirar. Todo tiene que estar en su lugar. No se puede olvidar de nada. Absolutamente nada. Porque además del riesgo personal, está el riesgo del paciente. Porque una vez que entra, no puede volver a salir hasta terminar. Una vez dentro, recorre las camas. El calor es agobiante. La máscara se empaña. Todo ese equipo le aprieta y da dolor de cabeza. No ve la hora de terminar. Pero el final de la jornada es todavía más estresante. La salida es el momento de mayor riesgo de contagio. Comienza el proceso inverso. La ropa se va sacando lentamente, de a una, y se descarta. Un lavado con alcohol en gel para cada guante. Una ducha. Y recién entonces Juan podrá salir.
El presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), Gerardo Grecco, contó que los médicos viven los mismos temores que los enfermeros. Miedo, ansiedad, angustia, estrés. Y el temor a las afecciones psicológicas que pueden llegar a ser más dañinas que el propio Covid-19.
“A veces incluso se genera tensión al momento de la asistencia. Entre dos o tres (médicos) debaten por no ir. Una dice que es asmática, la otra que tiene diabetes, etcétera”, indicó Grecco. Esa realidad se da en varios centros de salud. En medio de esta situación, algunos funcionarios y médicos temen contagiarse, no quieren exponerse a las zonas Covid y piden que no les asignen ese área. Cuando eso ocurre, generalmente los prestadores han accedido a esa solicitud, según los casos relevados por
Sudestada.
¿Cuándo se testea a un trabajador de la salud?
Pasillo del Hospital Maciel. Foto: Archivo Presidencia.
El gobierno no cuenta con una política específica de testeo a trabajadores sanitarios, según confirmaron a Sudestada fuentes del Ministerio de Salud Pública, pero sí un procedimiento establecido por la Dirección General de la Salud. Este “algoritmo” indica que se le realiza tests solo a aquellos funcionarios que tuvieron contacto cercano con casos positivos. Los primeros dos escenarios son aquellos en los cuales el trabajador -con o sin síntomas- tiene diagnóstico de Covid positivo. Ante esta situación, debe realizar un aislamiento obligatorio de 14 días, tras lo cual deben realizarse un nuevo hisopado, que debe dar negativo antes de poder levantar la cuarentena.
El tercer escenario es el caso de los funcionarios de la salud con síntomas, que estuvieron en contacto cercano con un caso de Covid-19 positivo. Ante esta situación, deben aislarse y realizarse el test. Si da negativo pueden volver a trabajar al séptimo día, siempre y cuando no tenga síntomas respiratorios.
Por último, está el caso del trabajador asintomático pero que tuvo contacto con un caso positivo. En esa situación, debe entrar en cuarentena y al séptimo día realizarse el hisopado. Si este da negativo, puede volver a trabajar. Si da positivo, se repite el escenario de los otros casos positivos.
Sin embargo, esto no es norma, sino un algoritmo a seguir. En definitiva, como en el caso del resto de la ciudadanía, queda a criterio del médico tratante y el prestador si autoriza o no el estudio. El test no tiene costo para los prestadores y se incluyó dentro de la canasta de prestaciones del Fonasa, según un decreto del 22 de abril.
Ante esta situación, médicos y enfermeras reclaman la realización de más tests, aleatorios, para proteger al personal de la salud.
“Se pensó en la construcción, en los trabajadores brasileños de Bella Unión y otras áreas para los testeos, pero para nosotros que estamos en la primera línea, no”, indicó Silvia Santana.
Desde el SMU, en tanto, se anunció que se va a trasladar ese pedido en los próximos días a Presidencia en una de las reuniones que esperan concretar.
“Hemos tenido suerte que la curva ha sido bastante plana. Pero es clave tener una política de testeo aleatorio”, reiteró Grecco.
Hasta ahora, el MSP ha preferido otra política. Las autoridades sanitarias consideran que, si se utilizan bien los implementos de protección, un trabajador que trate a un paciente con la enfermedad no se contagiará. Por eso el Ministerio no considera realizar testeos aleatorios o por precaución, según dijeron a
Sudestada fuentes de la secretaría de Estado.
Pero, además, a médicos y enfermeras también les preocupan las dificultades de acceso a los test que tuvieron algunos funcionarios. El Colegio de Enfermeras recibió denuncias de trabajadoras del sector público y privado donde se les ha negado la realización de test.
“A algunas personas se les ha dicho que si se los hacen ahora, se pueden contaminar cinco minutos después”, relató Santana. También recibieron casos de enfermeras que las obligaron a trabajar teniendo síntomas o contactos con casos sospechosos o positivos. “Ellas igual no concurrieron a trabajar por un tema de responsabilidad y contaron con apoyo del Colegio que intervino en la situación”, indicó Santana.
De todas formas, las realidades son diferentes en los diversos centros hospitalarios. La Federación de Funcionarios de Salud Pública aún no ha reportado denuncias por este tema y en el momento que hubo dificultades para acceder a un test,
“se habló con las autoridades de ASSE y se solucionó”, dijo el secretario general de la gremial, Gustavo Gianre.
En el área de las emergencias móviles, los trabajadores tampoco han tenido inconvenientes en realizarse los tests, cuando fueron solicitados, o en el acceso a implementos de bioseguridad. Pero el problema es que a veces “el paciente no dice toda la verdad. Entonces uno va pensando que va a atender un esguince y cuando está en la casa, se encuentra con que puede ser un caso sospechoso” y el funcionario no está con los implementos de seguridad necesarios, comentó Sebastián Rodríguez, integrante de la Asociación de Funcionarios de Emergencias Móviles.
Por este motivo, el SMU considera más necesaria aún la política de testeo aleatorio en el sector de emergencias, ya que son funcionarios con gran nivel de movilidad que, en un caso asintomático, pueden causar un disparo en la cantidad de contagios.
Planes sin resultados esperados
El 23 de marzo el Colegio Médico del Uruguay (CMU) anunció que financiaría la realización de 2 mil test a profesionales. Para ello, debían contactarse con la institución para coordinar el hisopado. Sin embargo, al 8 de mayo hubo menos de cinco consultas y no llegó a concretarse ninguna. El presidente del CMU, Blauco Rodríguez, dijo a
Sudestada que esperaban una mayor demanda.
Por otra parte, el lunes 6 de abril, el laboratorio ATGen comenzó a trabajar con los “auto-test”, sistema de testeo rápido que consiste en tomar la muestra a la persona sin que baje de su vehículo. Se trata de una extensión de la aplicación Coronavirus UY y, en su inicio, la prioridad era el personal sanitario y del área de la seguridad.
Los trabajadores sanitarios tuvieron esa exclusividad los primeros días. Pero, al ser cada vez menos los que se hacían el auto-test, empezaron a sumarse pacientes ambulatorios de diferentes instituciones médicas. Actualmente se realizan unos 50 estudios diarios, confirmó el asesor científico del laboratorio, Andrés Abin, a
Sudestada.
La muestra que viaja en ómnibus
En el interior, la mayoría de las instituciones envían sus muestras a la capital, para realizar el estudio Covid-19. La Federación de Prestadores Médicos del Interior tiene un convenio con el Sanatorio Americano de Montevideo, uno de los habilitados por la Junta Nacional de Salud, para realizar los test de Covid-19 que serán pagos por el Estado a las instituciones.
En Rivera, por ejemplo, las muestras se intentan tomar
“cerca del horario en que sale el ómnibus” a Montevideo, explicó Nury Pintos. El hisopo se mete dentro de un frasco rígido, se envuelve en papel absorbente, por las dudas que derrame el líquido que la conserva. Eso se coloca dentro de una conservadora con hielo y todo eso va dentro de una caja de cartón con etiquetas que indican que se trata de un material frágil, que debe mantenerse en la misma posición y que es una sustancia biológica.