Asencio Lucero fue procesado con prisión por “reiterados delitos de privación de libertad” durante la dictadura. En el juzgado describió sin arrepentimiento los métodos de tortura
Lucero fue capitán en el Regimiento de Caballería N° 9 –ubicado en José Belloni y Aparicio Saravia– entre 1972 y 1981 donde permanecieron recluidos centenares de presos políticos. El represor también se desempeñó en el Servicio de Inteligencia del Ejército donde aprendió el arte de los “interrogatorios”.
La jueza penal Julia Staricco resolvió el procesamiento de Lucero en el mismo caso y por el mismo delito que fue juzgado el ex dirigente tupamaro Héctor Amodio Pérez, quien actualmente cumple prisión domiciliaria en la casa de su hermana.
Esta denuncia fue presentada en el año 2011 por un grupo de ex presas políticas que denunciaron torturas y abusos sexuales mientras estuvieron recluidas durante la dictadura cívico-militar.
En diciembre de 2014 el fiscal Carlos Negro solicitó el procesamiento de Lucero por los delitos de “torturas” y “privación de libertad”. Sin embargo, la jueza Staricco entendió que no se podía procesar al represor por “torturas” ya que no existía esa figura delictiva cuando se cometieron los crímenes, pese a que las torturas existieron. Por esa razón, el militar retirado fue procesado por su participación en los “interrogatorios” a los detenidos políticos.
A pedido de la magistrada, el represor permanece detenido en el Hospital Militar, donde es atendido por una enfermedad, con custodia policial y será sometido a una pericia forense para conocer más sobre su estado de salud. La jueza solicitó también que “en caso que se le dé el alta médica, se procederá a su reclusión en un establecimiento carcelario”.
Sin una pizca de remordimiento, Lucero le explicó a la jueza Staricco que los interrogatorios se hacían en tres pasos. El primero era conversar. Si esto no funcionaba comenzaban a aplicarse los “plantones”, “submarinos secos” o “con agua”, torturas sicológicas, impedirles dormir, prohibirles las visitas y el uso de la picana, entre otros métodos.
Lucero detalló en la sede penal en qué consistía el submarino seco:
“Yo le envuelvo la cabeza con una bufanda y la dejo parada cinco horas atadas (a la detenida) contra la pared y después de ese tiempo la persona por lógica entraba a hablar”.
El grado extremo de los “interrogatorios” era la desnudez, según señaló Lucero.
“Las mujeres eran más sensibles, las ablandaba el desnudo y el pudor y entonces entraban a hablar”, explicó.
Sin embargo, el fallo judicial señala que estas “técnicas” no consistían sólo en la desnudez,
“sino también en ‘violaciones’, tocamientos lascivos, picanas en los genitales y que según el propio indagado esto se hacía para ‘ablandar’ a los detenidos y así obtener su información en este período que lo describió como un período de ‘guerra’”. Además, aseguró no estar arrepentido de sus acciones.
En el juzgado se describió como
“un moderador al cansancio. Yo sabía doblegar a la persona. A mí 24 horas no me molestaban para nada, pero no la dejaba dormir, eso era un sistema (…) Cuando se necesita información hay que presionar, no era correcto pero era necesario”.
Algo similar dijo hace poco más de un mes en declaraciones a Televisión Nacional de Uruguay (TNU):
“Presionaba como me está presionando usted. Levantándome a las 5 de la mañana, interrogándolas, no dejándolas dormir (...) Yo era capaz de no dormir 48 horas, pero usted no dormía tampoco”.
“Yo presionaba psicológicamente. Se llama ablandamiento, no es tortura”, dijo el militar retirado quien manifestó que los detenidos durante los interrogatorios, en caso de ser necesario, eran asistidos por un médico, para saber si se podía continuar avanzando con el “interrogatorio”.
El fallo de la jueza Staricco
Auto de Procesamiento del capitán (r) Asencio Lucero by Sudestada - Periodismo y transparencia