Llegó a un acuerdo con la actual diputada nacionalista Verónica Alonso para ubicar a sus yernos en lugares destacados en las listas de Jorge Larrañaga.
Equipo de Sudestada
Una inédita ofensiva político-religiosa de una rama de la iglesia evangélica en Uruguay se desarrolla en la actual campaña electoral, como trasfondo de una cerrada disputa por el predominio en la interna del sector Alianza Nacional en Montevideo. La iglesia
Misión Vida para las Naciones, liderada por el arquitecto argentino Jorge Márquez, llegó a mediados de 2012 a un acuerdo con la diputada nacionalista Verónica Alonso para proveerle de distintos servicios proselitistas durante la carrera electoral a cambio de dos lugares en la Cámara de Representantes.
“Hay posibilidades de que pastores y otros creyentes puedan ocupar lugares de decisión e influencia en las próximas elecciones; si la Iglesia hubiese tomado real conciencia de la importancia de esto, acordando votar (a) algún candidato cristiano, hubiésemos tenido un representante más en el Parlamento; de esta manera, por ejemplo la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, (que se aprobó en Cámara de Diputados por un solo voto) no hubiera prosperado y hoy vivirían más de 5.000 niños que fueron abortados durante el año 2013”, especula el manifiesto del grupo Cristianos por Uruguay titulado:
“El 1° de junio de 2014 marca un punto de inflexión en el corazón de los cristianos”.
El objetivo de Alonso con esta ambiciosa movida es disputarle el predominio en la capital del país a la Lista 250 del diputado Jorge Gandini, quien además de ser el próximo candidato a intendente del sector cuenta con firmes posibilidades de figurar en los primeros lugares al Senado en la plancha de Larrañaga. Alonso, en cambio, depende de su desempeño en la actual campaña para pelear por un lugar, ya que el líder del sector acordó con la diputada Ana Lía Piñeyrúa que sea “la mujer del Senado”, en aplicación de la ley de cupos que obliga a los partidos a conformar sus listas respetando la diversidad de género.
En ese contexto, el pastor Márquez busca pasar del plano pastoral al político apostando a sus dos yernos, Gustavo Silveyra y Álvaro Dastugue, dirigentes del movimiento Cristianos por Uruguay. Ambos candidatos actualmente son pastores de la iglesia de Márquez –el primero en Montevideo y el segundo en Canelones- y se vincularon a él luego de ingresar a las comunidades
Beraca para recuperarse de sus adicciones. Gracias a eso más tarde pasaron a formar parte de la familia del líder religioso al casarse con sus dos hijas: Silveyra con Cecilia y Dastugue con Viviana; cada pareja tiene un hijo.
Márquez asegura ser el líder de una iglesia con influencia mundial. Y también de una organización no gubernamental (Esalcu) y de una red de comunidades (Beraca) que reciben a más de mil personas para “tratarlos” por sus problemas sociales y personales en 60 hogares ubicados en Montevideo, Durazno, Flores, Canelones, San José, Maldonado, Tacuarembó, Colonia, Lavalleja, Rocha, Paysandú, Artigas, Treinta y Tres y Salto. También en el exterior del país, en Brasil, Argentina, Haití y Chile. Además, el pastor cuenta con un poderoso conjunto de empresas -en rubros tan distintos como panificadoras, textiles o metalúrgicas, entre otras- que generan cuantiosos ingresos en muchos casos gracias a la mano de obra de los internos que viven en sus comunidades.
Teniendo en cuenta la vastedad de esa estructura y la cantidad de personas que la integran, llama la atención de propios y extraños que Márquez sólo haya encontrado en sus dos yernos los perfiles adecuados para saltar al mundo de la política. Un pastor evangélico que supo acompañar a Márquez en Misión Vida comentó a
Sudestada que esta decisión de promover a sus familiares causa cierta molestia en muchos ámbitos de la iglesia ya que ninguno de los dos tiene méritos políticos o pastorales suficientes como para ser los elegidos.
“Hace años que el tema está en su cabeza, por una cuestión de poder, y por los temas que se han impulsado en este gobierno como el aborto, el casamiento homosexual o la marihuana. Si el pastor fuera candidato llegaría al Senado porque lo conoce todo el mundo pero como no puede promueve a sus yernos”, explicó este hombre que ya no integra la comunidad pero mantiene su creencia cristiana. La Constitución establece, en su artículo 98, que
“Para ser Senador se necesita ciudadanía natural en ejercicio o legal con siete años de ejercicio”, y Márquez –que es argentino- no cumple estos requisitos.
El tropezón de 2009
“El apóstol”, como se hace llamar Márquez entre sus seguidores, ya intentó pegar el salto hacia la política en 2009, cuando ubicó a su yerno Dastugue en el tercer lugar de la lista a diputados por Canelones que encabezaba el dirigente blanco Alberto Perdomo, quien por aquellos días peleó infructuosamente por ocupar una banca al Senado por Alianza Nacional. La posibilidad de ubicar al “Cara”, como se conoce al yerno de Márquez en la iglesia, entusiasmó tanto al “Apóstol” que llegó a realizar una exhortación pública a la comunidad evangélica para que votaran al joven candidato.
“Somos conscientes de que la gran influencia atea, humanista y laica que afecta nuestro país es el producto de la labor de gobernantes sin temor de Dios y que es tiempo de revertir la historia apoyando a hermanos de buen testimonio interesados en la política con la intención de bendecir nuestra sociedad para que ocupen puestos de autoridad en el gobierno”, escribió el pastor.
“Álvaro Dastugue, de 29 años, universitario, no sólo es un hermano consagrado al Señor, es también Pastor de nuestro Ministerio Misión Vida Para Las Naciones, estando a cargo de tres congregaciones y de cuatro comunidades donde se recuperan cientos de personas de las drogas, el alcohol, la delincuencia y otras indefecciones (sic) adquiridas. En uno de estos hogares es que vive con su esposa y comparte el tiempo de su vida con los internos”, detalló, sin aclarar que la esposa del candidato es su hija.
El yerno no llegó al parlamento, pero la cruzada político religiosa de Márquez continuó para tratar de impedir que José Mujica derrotara a Luis Alberto Lacalle en la segunda vuelta de noviembre. Lacalle había expresado por esos días su confianza en que la “divina providencia” lo ayudaría para ganar el gobierno y Mujica había hecho comentarios despectivos hacia esa alusión religiosa. Así las cosas, Márquez salió de forma virulenta al cruce del candidato frenteamplista, distribuyó
folletos en contra de Mujica en las puertas de varias iglesias y declaró que su intención era
“hacer conciencia sobre lo que está pasando, que un candidato a la Presidencia no crea que el dedo de Dios puede intervenir en la elección de un candidato”.
La ofensiva anti Mujica derivó en un duro entredicho público con el Consejo de Representatividad Evangélica del Uruguay (CREU), conformado por 53 organizaciones evangélicas del país y que representa a más de 700 Iglesias. Es que el CREU emitió un documento titulado
“Evangélicos en política” en el que manifestó que
“más allá de las posturas políticas personales que cualquier Evangélico pudiera, y debiera tener, nuestras Iglesias como tal NO apoyan ni son parte de ningún Movimiento o Partido Político”. Además, el pronunciamiento añadía que
“ninguno de sus miembros puede atribuirse la prerrogativa de representar al movimiento evangélico en su conjunto y mucho menos a las instituciones que legalmente lo representan. En este sentido, C.R.E.U. no respalda las versiones de quienes militando políticamente ostenten el hecho de recibir apoyo, ser portadores de caudales de votos o representar a los Evangélicos. Mucho menos puede avalar concentraciones, movilizaciones o expresiones de política partidaria desde y dentro del marco de nuestras funciones, tareas o acciones de su exclusivo, aunque no excluyente, ámbito espiritual”.
El mismo día en que el mensaje se hizo público, Márquez reaccionó con dureza, y sin haber sido nombrado en ningún punto de la carta del CREU salió a defenderse.
“Sí, hemos creído oportuno hacer conocer la verdad de la Palabra de Dios en cualquier ámbito social, político, deportivo, etcétera, especialmente en lo que hace a valores que se desprenden de la verdad bíblica”, escribió el líder de Misión Vida, poniéndose el sayo.
“Mientras discutimos de qué color pintar el barco, el barco se está hundiendo. La actitud pasiva y descomprometida de muchos, está garantizando en esta hora aciaga de la República Oriental del Uruguay una ley de aborto, derechos sexuales y reproductivos y otros atropellos legales y nos callamos la boca diciendo que si estas cosas suceden seguramente será la voluntad de Dios”, cuestionó, a través de un comunicado público.
La nueva estrategia
Con el fracaso de 2009 a cuestas, Márquez rediseñó el plan, cambió de socios y puso manos a la obra. Su ambición por alcanzar una tribuna política, que él no puede ocupar por sí mismo por ser argentino, lo obligó a buscar un socio con el que pudiera llegar a un intercambio que beneficiara a ambos: él pondría sus recursos materiales y humanos al servicio de alguien que tuviera posibilidades de ofrecer puestos políticos a cambio.
Así fue que coincidió con Alonso, quien a mediados de 2012 carecía de un aparato político suficiente como para disputar con relativo éxito la renovación de su banca en diputados luego de su ruptura con el sector Unidad Nacional. Aquella separación derivó en un sonado escándalo entre la novel diputada y el senador Francisco Gallinal por la titularidad de la lista 333, asunto que terminó con denuncias ante la Corte Electoral y la justicia penal. Con la habitual vitalidad que suele mostrar la interna blanca, no extrañó a nadie que a inicios de 2013 Alonso
anunciara públicamente su cambio de bando y la adhesión a la candidatura de Larrañaga junto con su pretensión de disputar una banca al Senado.
En aquel entonces ya hacía meses que se había consumado el acuerdo entre Alonso y Márquez; la prueba de ello es que en el acto de adhesión al sector de Larrañaga ya estaban Silveyra y Dastugue (dos completos desconocidos del ambiente político) en una posición central. Mientras Larrañaga, Alonso y el ex ministro del Interior Juan Andrés Ramírez tomaban el centro de la mesa, detrás de este último se ubicaban de pie los dos pastores evangélicos que iniciaban su carrera para ocupar un lugar en la cámara baja.
Con la presentación en sociedad ya realizada, la estrategia del tándem Márquez-Alonso empezó a desarrollarse con una modalidad bien conocida en ámbitos políticos. Consiste en una especie de rastrillo electoral, mediante la presentación de muchísimas listas distintas que suman bajo un mismo paraguas. Así por ejemplo la lista 2014 que encabeza Larrañaga a la Convención Nacional (y con la que se vota el precandidato a presidente) será acompañada en Montevideo por 72 listas de convencionales departamentales con Alonso y Gustavo Silveyra a la cabeza, mientras que la misma estratagema se usará en Canelones con 60 listas en las que aparece Dastugue detrás de la diputada. También hay listas en Montevideo que incluyen los nombres de los tres candidatos juntos a la Convención Departamental de Montevideo, como es el caso de la 201420014, y que en su mayoría está compuesta por pastores o fieles de la iglesia como Dawer Pereyra (secretario de Silveyra), Federico Britos o Emilce Serrato.
Esta estrategia de rastrillaje electoral ya fue utilizada por Alonso en las recientes elecciones a concejales vecinales en Montevideo, a modo de banco de pruebas. La estrategia podría considerarse exitosa, ya que colocó un total de 12 concejales titulares y 29 suplentes en los 18 Centros Comunales capitalinos.
La contraparte del pastor en este acuerdo es poner a toda su estructura a trabajar a favor de Alonso, sus yernos y el resto de sus pastores candidatos. Así, facilita vehículos que trasladan a "militantes" provenientes de Beraca y a sus familiares, instala puestos de reparto de listas y le coloca a los jóvenes chalecos con la cara y el nombre de la diputada para que se encarguen de la distribución callejera de toda la parafernalia electoral. También utiliza su infraestructura empresarial y religiosa, ya que confecciona las banderas y las lonas que se ven en los carteles, vende artículos elaborados en las comunidades para recaudar fondos y además pone a disposición sus iglesias para reuniones políticas.
En esta etapa previa al 1° de junio el objetivo es marcar una cantidad de votos suficiente que le permita a Alonso presionar a Larrañaga para que le conceda el tercer lugar en la lista al Senado para octubre, desplazando a Piñeyrúa, o bien la suplencia de un candidato que pueda abandonar el sillón, por ejemplo al ganar una intendencia o un cargo en el gobierno si triunfaran los blancos, explicaron a
Sudestada fuentes nacionalistas. De este modo se abriría el juego para que Silveyra o Dastugue alcancen la banca que dejaría Alonso en Diputados. Si se mira bien el panorama, esta última tarea tampoco es sencilla para la candidata.
Larrañaga deberá manejar con destreza el tablero para distribuir las candidaturas en el Senado ya que hay muchos dirigentes que han hecho méritos para pelear un lugar en la cámara alta. Tal es el caso de los actuales intendentes Eduardo Besozzi, Omar Laffluf, y Wilson Ezquerra (que no pueden ser reelectos al frente del ejecutivo departamental), o los diputados Gandini, Piñeyrúa y Daniel Peña. Una pelea similar deberá dar Alonso en Montevideo, donde la lista “oficial” de Larrañaga deberá contemplar a diputados con larga trayectoria así como otros dirigentes menos conocidos pero con más historia en el sector.
La demostración
Hasta ahora, el hito principal de esta larga carrera de obstáculos para Márquez y Alonso ocurrió el sábado 26 de abril en el Platense Patín Club, cuando se presentó la lista 20142014 y todos los subgrupos que respaldaron el acuerdo. Entre ellos la lista 430 de Pablo Iturralde, la 904 de Jorge Machiñena (h), la 216 del edil Juan Ripoll, la 80 de la Unión Cívica y un larguísimo número de listas encabezadas por miembros del grupo Cristianos por Uruguay.
En las afueras del club estacionaban decenas de ómnibus que transportaban a moradores de las comunidades Beraca y sus familias desde barrios alejados del centro de Montevideo. Con camisetas que tenían el nombre y la foto de Alonso, con columneras y banderas (confeccionadas en los talleres que Beraca tiene en distintos lugares del país), decenas de mujeres, jóvenes y niños estuvieron cerca de llenar el local y bailaron buena parte de la tarde al ritmo de canciones alejadas de la política, como la ya pasada de moda “Gangnam Style”, una canción pop coreana que batió récords de visitas en Youtube.
Durante el acto,
Sudestada constató cómo las personas se dividían en grupos, identificados con los números de las distintas listas; a su cargo había hombres que cuando el ánimo decaía se arrimaban para impulsarlos a pararse, aplaudir, bailar y mover los carteles. Esto fue particularmente notorio cuando el diputado Iturralde terminó su oratoria y dejó paso a Alonso, quien fue ovacionada de modo fervoroso por los fieles durante casi un minuto.
El discurso de la diputada estuvo plagado de alusiones a la moral, la familia, los valores, el amor, los mismos énfasis de los sermones pastorales de Márquez y sus familiares. Los yernos ocupaban dos de los lugares asignados a la dirigencia en el amplio estrado a sus espaldas, e incluso Silveyra –Alonso lo llamó “Gavo”, como se lo conoce en la iglesia- fue objeto de uno de los primeros agradecimientos proferidos por la candidata.
Gavo es un hombre de extrema confianza de Márquez, además de ser el esposo de su hija Cecilia. No sólo tiene a su cargo tareas pastorales y de dirección en las comunidades Beraca y la ONG Esalcu, también es el responsable del funcionamiento de la radio en Internet Zoe y el canal Misión Vida TV, maneja una empresa de cadetería que brinda servicios –entre otros- al supermercado Géant en la Costa de Oro, dirige el periódico Código V y ahora también es una de sus apuestas políticas.
Lo mismo ocurre con el “Cara” Dastugue, quien llegó a ser protagonista de uno de los libros del pastor. “Historias que sanan” fue la primer obra literaria de Márquez y narra la vida de siete
“vidas rescatadas del infierno. Todos y cada uno de ellos son joyas muy cercanas a mí, estrellas resplandecientes en el firmamento, corona de laureles en mi cabeza”, escribió el pastor en el prólogo. Una de esas historias es la de Dastugue, quien luego de vivir en Tacuarembó con su familia, se mudó a Rivera con su madre y allí empezó a consumir drogas. Además de estar casado con Viviana, la otra hija de Márquez, es responsable de una de las iglesias en la Ciudad de la Costa y pelea por una segunda oportunidad para ser diputado.
La historia política del Uruguay está llena de vínculos profundos con la religión. La Unión Cívica –que hoy también forma parte del acuerdo electoral con Alonso- quizás sea el ejemplo más antiguo y claro de la relación entre postulados políticos y creencias religiosas, debido a la profunda fe católica de sus dirigentes. Más cerca en el tiempo también el Partido Demócrata Cristiano fue expresión de esta tradición, primero como partido independiente y después de varios vaivenes asentado desde hace tiempo en el Frente Amplio.
Hoy también pueden encontrarse ejemplos de militancia política con una profunda influencia religiosa. Así por ejemplo, el diputado Gerardo Amarilla del Herrerismo de Rivera es miembro de una iglesia evangélica y la lista 10101010 del Partido Colorado, que apoya la candidatura de Pedro Bordaberry, está encabezada por la también evangélica Ana María Ramírez. Algo similar ocurre con el grupo umbandista Atabaque, que hoy forma parte de la Lista 711 que encabeza Raúl Sendic.
Sin embargo, la ofensiva que lanzó Márquez en los últimos meses por alcanzar el parlamento no tiene antecedentes, especialmente por la fuerte apuesta financiera que esto implica. Según pastores evangélicos “disidentes” de la iglesia Misión Vida que fueron consultados por
Sudestada, el tema de alcanzar posiciones políticas de relevancia es un asunto que ocupa desde hace varios años los desvelos de este exitoso empresario religioso y ahora cree que está muy cerca de lograrlo.