El proyecto audiovisual realizado por dos jóvenes españoles pretende rescatar memorias y encarar una parte dolorosa del pasado más reciente y presente de Uruguay
María García Arenales / Sudestada / @MGArenales
Pese a que fueron muchos los centros de detención y tortura que funcionaron en todo el país durante la última dictadura cívico-militar (1973-1985), sigue siendo complicado hacerlos visibles y que se reconozcan como sitios de memoria, más aún cuando se trata del interior. Este es el caso Los Vagones, en la ciudad de Canelones, lugar donde militantes sindicales y políticos permanecieron presos y sufrieron todo tipo de torturas y que solo recientemente ha sido reconocido como tal.
Cuando en 2016 los españoles Abel Guillén y Javier Cerezuela conocieron a través de la prensa la existencia de este antiguo centro clandestino no dudaron en filmar el proceso de reconstrucción de las memorias del lugar.
Sin embargo, el proyecto tiene un antecedente en 2014 cuando Guillén comenzó a trabajar en temas relacionados con la dictadura en Uruguay desde el ámbito académico. Fue después, al contemplar la idea de realizar un documental, cuando se sumó Cerezuela, quien comparte la sensibilidad por la temática y aportó su conocimiento en la parte audiovisual.
El resultado de seis meses de grabación fue Presentes, un documental con más de una treintena de testimonios de personas que sufrieron el terrorismo de Estado entre 1968 y 1985 tanto en la ciudad de Canelones como en otros puntos del departamento. Ell objetivo de este proyecto es precisamente dar a conocer las historias invisibilizadas del interior, además de preservar la memoria de los desaparecidos en dictadura.
Lo que impactó más a ambos realizadores es la fuerza y la entereza que mantienen los protagonistas pese a todo el daño vivido, así como su convicción por la búsqueda de la verdad y la justicia.
Abel Guillén y Javier Cerezuela, directores de "Presentes".
Si bien los testimonios recopilados en este proyecto audiovisual tienen mucho en común con quienes sufrieron torturas en centros de detención clandestinos en Montevideo, hay elementos que son propios del terrorismo de Estado en localidades del interior por tratarse de lugares más pequeños donde represores y secuestrados se conocen. Un ejemplo de ello es el caso de los protagonistas del documental quien sufrió el hostigamiento de su propio tío militar.
Una de las singularidades del documental, explicó Guillén a
Sudestada, tiene que ver
“con el proceso de invisibilidad de estas memorias durante la democracia, causado por un mayor silencio social”. Ese silencio, a su vez, está motivado por el
“fuerte miedo que supuso compartir vida social en términos de convivencia con quienes habían sido los represores y es algo que aún a día de hoy sigue sucediendo”, añade.
El hecho de que esas memorias hayan sido invisibilizadas, continuó el director, también está relacionado con el tipo de relato que se instauró en la sociedad con la llegada de la dictadura y en las décadas posteriores.
“El relato de ‘mirar hacia delante’ o el de ‘hubo una guerra y en los dos bandos se cometieron atrocidades’ desvirtuó la realidad histórica en beneficio de quienes gobernaron durante la dictadura y en perjuicio de quienes sufrieron la represión y tuvieron que adaptarse, sin hacer mucho ruido, a lo acordado a finales de los años 80”, señaló Guillén.
Este proceso
“se ve de forma más cruda en el interior uruguayo, donde se había instalado la idea de que la gente había apoyado a la dictadura dejando ocultas las historias de hombres y mujeres que lucharon contra el autoritarismo y por la libertad”, añadió.
Otra parte importante del documental la protagonizan las mujeres, que explican cómo por el simplemente hecho de serlo enfrentaban una mayor discriminación y violencia, tanto dentro de la militancia como por parte de los militares represores que las manoseaban y violaban con total impunidad.
“Teníamos claro que debíamos prestar atención y mostrar testimonios de mujeres, otro tipo de memorias subterráneas, pues ellas sufrieron una doble discriminación: fueron invisibilizadas y dejadas a un lado por las memorias de los hombres, caracterizadas por los relatos épicos de las luchas heroicas o de resistencia. Esto es algo que se ha visto mucho en el entorno de la lucha armada ligada a los tupamaros”, coincidieron Guillén y Cerezuela.
En el film las mujeres ofrecen otra visión sobre la lucha armada que
“rehúye el relato heroico, asume la crítica y reivindica su papel en la resistencia al autoritarismo y la represión”, subrayaron ambos directores. En su opinión, ese es el verdadero heroísmo.
En el documental tampoco falta la crítica a esa impunidad de los militares, la que tuvieron en el pasado y de la que aún gozan en el presente. De hecho, algunos entrevistados aseguraron que se sintieron traicionados tras el pacto entre la cúpula máxima del Ejército y representantes del Partido Colorado, Frente Amplio y Unión Cívica en 1984. Asimismo, los protagonistas de Presentes reclaman un “verdadero” proceso de verdad y justicia.
“Nosotros que somos españoles conocemos muy de cerca lo que es la falta de voluntad política en estos temas, por eso que pensamos que solo con determinación y valentía, tanto de los gobiernos como de la sociedad civil organizada (organizaciones como CRYSOL, el Observatorio Luz Ibarburu o las propias Marchas del Silencio son un ejemplo de ello en Uruguay), se puede avanzar por la verdad y justicia”, concluyeron. Los realizadores confían en que el proyecto ayude a la reflexión, el debate y el encuentro.
Los Vagones, en Canelones. Imagen de la película.
A lo largo de este mes de noviembre Presentes se podrá ver este domingo 10 en el Centro Cultural de España en Montevideo, el lunes 11 en el Pabellón Bicentenario de Las Piedras y el mismo lunes y el martes 12 en el salón de actos de la Institución Nacional de Derechos Humanos.
También se proyectará en el Auditorio Nelly Goitiño los días 14, 15, 16, 17, 21, 22 y 23. El objetivo final es que el documental tenga un acceso abierto y gratuito.