Los elogios a Tróccoli por su destacada labor en la ESMA. Las felicitaciones a Gavazzo, Arab y Ramas por su entrega a la “lucha antisubversiva” dentro del OCOA
General Amaury Prantl, jefe del SID, y mayor José Gavazzo, un represor con "profundo sentido del deber".
Francesca Lessa / Fabián Werner / Sudestada
La culpabilidad de los represores uruguayos en los delitos de lesa humanidad imputados en el juicio en Roma también resultó probada según surge de los legajos de los militares, donde constan elogiosos conceptos de los superiores respecto a su responsabilidad, sentido del deber y activismo en la lucha antisubversiva.
Las fechas de las anotaciones en las hojas de servicio de los represores coinciden con operativos masivos contra agrupaciones políticas de izquierda que sufrieron la salvaje represión en Argentina y Uruguay, como el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), los Grupos de Acción Unificadora (GAU), el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) o el Partido Comunista Revolucionario (PCR).
Anotaciones del general Prantl incluidas en el expediente italiano del Plan Cóndor. Archivo F. Lessa.
Es el director del SID, el general Amaury Prantl, quien realiza varias anotaciones sucesivas en el legajo de Gavazzo, destacando su desempeño como represor.
El 26 de marzo de 1976 Prantl anotó que ambos viajaron a Paraguay para participar en la 2a. Conferencia del Sistema Cóndor, como representante del Área de Operaciones.
"En la misma formula acertadas sugerencias, es un eficaz colaborador del que anota, domina ampliamente el tema y evidencia actividad, inteligencia, educación y sentido de la responsabilidad".
Asimismo, en su hoja de servicio también consta que Gavazzo participó en la Segunda Conferencia del Sistema Cóndor que tuvo lugar entre el 31 de mayo y el 2 de junio de 1976 en Santiago de Chile como representante del área de operaciones de Uruguay en la coordinación de las dictaduras de la región. Exactamente una semana después de esa reunión, el 9 de junio, comenzó en Buenos Aires la oleada represiva contra el PVP, con los secuestros de Gerardo Gatti y María del Pilar Nores.
El 1 de agosto Prantl dio cuenta de que Gavazzo contribuyó a
"planificar el traslado de elementos sediciosos detenidos a una nueva sede" y dos días después señala que fue el encargado de presentar "la situación subversiva del país ante el Señor Presidente de la República, Comandantes en Jefe, Ministros de Estado y Autoridades Militares". En ese momento, Juan María Bordaberry ya había sido destituido por la cúpular militar, que había designado como su sucesor a Aparicio Méndez.
El 23 de octubre Prantl resalta que Gavazzo
“interviene activamente en la realización de los operativos que permitieron la detención de muchos participantes de la organización rebelde PVP, que había planificado la ejecución de numerosos actos terroristas. Evidencia, este señor jefe, calidad de activismo, previsión, sentido práctico y profundo sentido del deber”.
Como consecuencia de las acciones represivas del Plan Cóndor en Argentina, solo en octubre de 1976 (el mes que mereció los elogios de Prantl a Gavazzo) fueron secuestrados nueve militantes del PVP que todavía permanecen desaparecidos.
Gavazzo participó de la detención de Flavio Tavares, la última persona que vio con vida al maestro Julio Castro. Archivo F. Lessa.
Al año siguiente, el 16 de febrero de 1977, el jerarca del SID dice que
"Como representante del Área de Operaciones en el Sistema 'Condor' (Gavazzo) efectúa permanentes coordinaciones con Servicios de Inteligencia de otros países del Cono Sur, asegurando un permanente intercambio de informaciones, lo que positibilita un mejor accionar en la lucha contra la subversión. Pone en evidencia iniciativa, inteligencia y sentido de la responsabilidad".
En la misma hoja, el jefe del SID menciona el curso de "Guerra Política" que Gavazzo realizó en China durante el mes de mayo, sus contactos con la misión diplomática de "un país amigo" en setiembre a fin de conocer las identidades de quienes piden asilo político, así como su asistencia a la IX Conferencia de Inteligencia de los Ejércitos Americanos que se realizó a finales de octubre en Nicaragua.
También reseña que el 21 de julio de 1977 participó en el operativo que terminó con la detención del periodista brasileño Flavio Tabarez, corresponsal del diario O Estado de San Pablo y del Excelsior de México en Buenos Aires.
"El señor Tte. Cnel. Gavazzo realizó una valiosa labor de inteligencia y condujo el operativo con gran acierto", escribió Prantl.
Tavares fue la última persona que vio al maestro Julio Castro con vida, durante su cautiverio en La Casona, el centro clandestino de detención que el OCOA tenía en la Avenida Millán y Loreto Gomensoro, en Montevideo. Después de allí no se supo más de su paradero, hasta que sus restos aparecieron en el Batallón N°14 en Toledo el 21 de octubre de 2011, enterrados a 1,40 metros de profundidad.
Ricardo Arab al salir del juzgado penal, junto a Gilberto Vázquez y Gavazzo. Foto: CDF-Fernando Morán.
Respecto a Ricardo Arab, Prantl tampoco escatimó en elogios sobre su tarea represiva.
“En el cumplimiento de las órdenes de los superiores para impedir que la organización clandestina y subversiva atentara contra la seguridad y la tranquilidad imperante en el país, el capitán Ricardo Arab, parte integrante de un grupo operativo coordinado por el suscrito, planifica e interviene adecuadamente en las operaciones que implican el arresto de individuos que se dedican a la actividad subversiva”, detalló el jerarca militar.
La fidelidad de Arab a sus superiores quedó en evidencia cuando fue asignado entre el 21 y el 26 de abril de 1976 a participar de la custodia personal del dictador chileno Augusto Pinochet durante su visita a Uruguay.
Ernesto Avelino Ramas Pereira participó de la Operación Conejo contra el MLN.
Sobre Ernesto Ramas, el tribunal menciona varios documentos que refieren a su actividad represiva desde diciembre de 1974 contra el MLN, y en enero de 1975 contra el PCR, así como su participación en varias operaciones que incluyeron seguimientos, detenciones, interrogatorios y elaboración de informes de inteligencia.
En mayo de 1975, por ejemplo, Ramas participó activamente
“de un operativo que es el resultado de meses de análisis de documentos, vigilancia y seguimientos, lo cual determinó la captura de peligrosos integrantes del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional que fueron descubiertos mientras sentaban las bases para reiniciar sus acciones en el país”, dice uno de los documentos aportados como prueba en el juicio.
La actividad aludida por Prantl en el legajo de Ramas es la denominada “Operación Conejo”, realizada el 25 de mayo de 1975, que consistió en la detención de un grupo de militantes tupamaros luego de un enfrentamiento que terminó con el asesinato de Celso Wilson Fernández Hernández, Raúl Melogno Lugo y María Luisa Karaián.
Desde ese día y hasta el 29 de mayo, en total fueron apresados 26 militantes del MLN, entre quienes se encontraban los miembros del comité ejecutivo de la organización que funcionaba en la clandestinidad. Dos de los detenidos ese día murieron en prisión, Pedro Ricardo Lerena (02/09/1975) y Jorge Antonio Davo Revello (08/12/1980).
Jorge Néstor Tróccoli Fernández, un represor reconocido por su abnegación.
En cuanto al rol que mantuvo Jorge Tróccoli desde Inteligencia del Fusna, el dictamen del tribunal italiano consigna la existencia de documentación aportada a la causa así como los testimonios de varios testigos que lo identificaron como uno de los torturadores que operaban en los centros clandestinos de detención en Buenos Aires, como miembro del Fusna uruguayo.
Rosa Barreix, quien fue detenida en noviembre de 1977 y mantenida en la sede del Fusna hasta enero de 1978, dijo que allí fue interrogada por Tróccoli, quien le demostró tener conocimiento de las operaciones que se realizaban en Argentina dentro del Plan Cóndor. “Cayeron en Buenos Aires”, le dijo el marino, refiriéndose a Alberto Corch, Elena Lerena, Julio D’Elía, Yolanda Castro y Raúl Borrelli, cinco militantes de los GAU secuestrados entre el 21 y 22 de diciembre de aquel año y que todavía permanecen desaparecidos.
“El propio Tróccoli le preguntó si estaba dispuesta a ir con los agentes de Fusna a Buenos Aires para reconocer a sus compañeros”, dijo Barreix durante su testimonio, el 20 de octubre de 2015. También señaló que el marino alardeaba de ser el “jefe del S2” en el operativo que terminó con la captura y desaparición de los miembros del GAU, el 21 de noviembre de 1977.
Por su parte, la exfiscal Mirtha Guianze declaró que durante su investigación logró acceder a pruebas que confirman el rol que jugó Tróccoli como miembro de Inteligencia (S2) del Fusna e integrante de OCOA entre 1974 y 1978.
“Cuando estaba con el S2, el prisionero está en la disponibilidad total del S2, que tenía el poder de decidir su destino, la vida o la muerte”, explicó Guianze en la corte romana.
El testigo Washington Rodríguez, quien estuvo detenido en el Pozo de Quilmes en Buenos Aires en 1978, declaró el 21 de octubre de 2015 en Roma que sufrió graves torturas por parte de marinos uruguayos en ese centro clandestino de detención bonaerense. Contó además que Aída Sanz, una uruguaya que dio a luz durante su cautiverio y todavía permanece desaparecida, le dijo en ese mismo sitio que en el Pozo de Banfield había sido torturada por miembros del OCOA.
Los pozos de Banfield y Quilmes formaban parte del conocido como "Circuito Camps" junto al centro clandestino que funcionaba en el Comando de Operaciones Tácticas 1 (COT 1), que estaba a cargo del Comando del Primer Cuerpo de Ejército argentino.
Del legajo de Tróccoli surge que el 18 de abril de 1974 fue nombrado jefe de la Brigada No. 1 del Fusna y en los primeros meses de 1975 comenzó a colaborar con el S2 de la Armada. En ese período, y en los primeros meses de 1976, varias anotaciones de sus superiores destacan las cualidades del militar, entre ellas
“integridad, determinación y abnegación”, además de
“un alto porcentaje de operaciones positivas” en el contexto de la lucha antisubversiva.
Entre el 1 de abril y el 30 de mayo de 1976 Tróccoli figuró como oficial de enlace entre el S2 y el OCOA, tarea que le significó una elogiosa anotación en su legajo. “Totalmente satisfactorio, lo que ha resaltado su capacidad para interpretar las directivas del Comando, sus propias disposiciones ante cualquier dificultad y su propia discreción. El conocimiento que posee, dirigido a las acciones que debe realizar, lo coloca a la par con los oficiales de las otras armas con las que trabaja, demostrando su inteligencia e interés en elevar el prestigio y la brillantez de su propia unidad”.
Una vez culminada su función dentro del OCOA, que consistía en coordinar misiones y acciones antisubversivas, Tróccoli regresó al S2 del Fusna en junio de 1976, y su lugar fue ocupado por el jefe del S3, Juan Carlos Larcebeau Aguirregaray.
Jaunsolo también fue generoso en elogios hacia las tareas represivas de Larcebeau, y su rol de enlace con el OCOA, como quedó consignado en su legajo el 20 de julio de 1976: “La Unidad (Fusna) ha recibido del OCOA material secuestrado a la sedición que ha producido mucho beneficio. El trabajo desarrollado por este oficial (Larcebeau) en su rol de enlace con ese organismo a lo largo de jornadas sin horario, donde la actividad, resistencia, inteligencia, voluntad de trabajo y conciencia profesional ha sido sin duda la razón por la cual esta unidad ha podido tener el mencionado beneficio”.
A inicios de 1977 el comandante del Fusna, capitán Jorge Jaunsolo, mantenía los elogios a Tróccoli por su entrega a la labor represiva junto con los oficiales de las otras armas.
“Continúa trabajando como enlace con el OCOA, la Policía y la Prefectura Nacional Naval, a fin de llevar a cabo continuamente las acciones, lo que le significa largas jornadas de trabajo, muchas de las ellas en sus momentos de descanso”, destacó el jerarca.
El 18 de octubre de 1977 Jaunsolo consignó distintas reuniones con miembros de la Armada argentina, con quienes discutió sobre la información relacionada con “la lucha contra la sedición”, en función de las tareas similares que realizaban ambas fuerzas rioplatenses. Estos oficiales dieron cuenta del rol que en ese país desarrolló Tróccoli, de quien destacaron su
“capacidad, espíritu militar, carácter y responsabilidad”.
El legajo también consigna la participación de Tróccoli en la detención por parte de la Prefectura Nacional Naval del militante montonero Oscar de Gregorio, el 16 de noviembre de 1977, cuando intentaba ingresar a Uruguay por el puerto de Colonia. Por orden del Comandante en Jefe de la Armada, Hugo León Márquez, el caso fue derivado al S2, y Tróccoli fue el encargado de recomendar al Comando
“las operaciones que consideraba necesario realizar” ante la situación.
De Gregorio estuvo detenido en el carcelaje del Fusna, e internado en el Hospital Militar luego de haber sido herido en un intento de fuga. Después de varios días de interrogatorios bajo tortura, fue trasladado ilegalmente el 17 de diciembre de 1977 desde el área naval del Puerto de Montevideo en un helicóptero de la Armada Argentina hasta la ESMA, en cuyo centro clandestino de detención murió en abril de 1978.
Entrada del Casino de Oficiales de la ex ESMA, en cuya parte superior funcionaba el Centro Clandestino de Detención. Foto: Sudestada.
Dos años más tarde, el 6 de julio de 1979, el agregado naval Francisco Moliterni le pidió al embajador uruguayo en Argentina que habilitara una prórroga a la permanencia de Tróccoli en el país, atendiendo al servicio que estaba prestando en ese momento en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde funcionó un centro clandestino de detención, tortura y desaparición de disidentes políticos.
Entre el 2 de mayo y el 20 de diciembre de 1979, Troccoli actuó como integrante del grupo de tarea 3.3 de la ESMA en operaciones de inteligencia. En las hojas de su legajo que se refieren a ese período, también abundan los elogios por parte de altos oficiales de la Armada argentina. En las evaluaciones de fines de noviembre de 1979, el capitán Luis D’Imperio, del Servicio de Inteligencia Naval, sucesor del “Tigre” Acosta, y quien piloteó el vuelo que trajo desde Asunción a Buenos Aires en mayo de 1977 a cinco detenidos, entre ellos los uruguayos Gustavo Insaurralde y Rodolfo Santana, escribió que Troccoli poseía
“muy buenos conocimientos doctrinarios ideológicos del enemigo” y que había desarrollado
“con marcado acierto” tareas y operaciones de inteligencia, concluyendo que era
“un hombre altamente positivo”.
El contralmirante José Antonio Suppicich, quien se desempeñó como director de la ESMA entre mayo de 1979 y enero de 1980, celebró las
“brillantes cualidades personales y profesionales” de Troccoli,
“siendo particularmente destacable su entusiasmo, sentido de colaboración … y éxito logrado en las tareas que le asignaron”.
Suppicich cerró su evaluación afirmando que Troccoli había dejado una imagen óptima en el grupo de tarea y que
“con toda justeza” lo calificaba
“sobre lo normal y excepcional”.
Estas calificaciones por parte de altos oficiales de la ESMA a Tróccoli constituyen pruebas contundentes que confirman la coordinación represiva y la estrecha colaboración que existía entre las Armadas de ambas orillas del Río de la Plata, que hasta incluía la incorporación y actuación de oficiales uruguayos en el infierno de la marina argentina.