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02/06/2020

Brote de Covid-19 en Rivera: mujeres contagiadas negaron participar en rito religioso

Las dos personas señaladas como el inicio del foco de coronavirus en la frontera confrontaron la versión de las autoridades. Denunciaron falta de higiene en el hospital y hostigamientos.

Una integrante de los equipos que participó de la toma de muestras en las calles de Rivera. Foto: M. Silva. 

Manuela Silva / Sudestada / @manurosilva

Diez días después del anuncio de la aparición de un brote de Covid-19 en la ciudad de Rivera, la capital fronteriza superó a Montevideo en el número de casos activos de la enfermedad (48 a 47).

Desde el primer momento, la principal autoridad sanitaria del departamento, Carlos Sarries, dijo que el contagio se produjo en una reunión religiosa y que luego se propagó por distintas zonas de la ciudad. El funcionario dijo a Sudestada que esa versión surgió de las personas infectadas, a quienes se les pide “datos muy claros acerca de las reuniones y los vínculos sociales que van teniendo”, a fin de determinar cuáles fueron sus contactos y trabajar con ellos.

“Corroboramos que es una actividad donde hay agrupamiento de personas. No nos interesa específicamente qué tipo de aglomeración es ni hemos dado ni vamos a dar direcciones ni nombres”, declaró Sarries.

Sin embargo, según las dos mujeres identificadas como las responsables del inicio del foco de coronavirus, su contagio no se produjo en un ritual.

Una de esas mujeres es Isabel, quien se definió como “simpatizante” umbandista, pero dijo que no tiene ningún tipo de templo (o terreiro, como se denomina al lugar donde se realizan las ceremonias) ni nunca lo tuvo. Aseguró que ninguna autoridad fue a su casa a confirmar esa información y que la única vez que un Policía se le acercó fue para comentarle que un vecino la había denunciado porque su marido movió un poco el auto de su garaje para poder sentarse tras las rejas de su casa.

Isabel, quien se dedica al comercio independiente de prendas de vestir, contó que todo comenzó con la visita de una amiga a su casa tras haber estado en el hospital departamental de Rivera.


Hospital departamental de Rivera. Foto: Presidencia. 

Esa amiga es Estela, quien en diálogo con Sudestada contó que, durante un mes, fue todos los días al hospital departamental a cuidar a un familiar internado por una enfermedad terminal.

Estela recordó que el paciente que iba a cuidar estaba muy cerca de uno infectado con Covid-19 y que ambos estaban separados por una cortina de plástico que señalaba el inicio de un área restringida. Ella cree que se contagió en esa sala, a la que volvió pocos días más tarde cuando la ingresaron luego de que su test diera resultado positivo.

La directora del Hospital de Rivera, Florencia Eula, rechazó esta sospecha. Explicó a Sudestada que los pacientes con Covid-19 están en una zona aislada y que no pueden recibir visitas.


Historia de un contagio


Diez ambulancias recorrieron la ciudad para realizar exámenes a fin de verificar la presencia de la enfermedad. Foto: M. Silva. 

El 9 de mayo, Estela recibió la noticia de que su familiar internado “estaba en los últimos momentos”. Afectada por la noticia, fue a visitar a su amiga Isabel, quien ese día también recibió a cuatro personas por su trabajo.

Una vez en su casa, y debido a la situación emocional que atravesaba, Estela rompió con las medidas de seguridad recomendadas por las autoridades sanitarias: se había olvidado de su tapabocas. “Es un error que cada día que lo pienso, me hace sentir peor”, declaró.

Trece días después, el 22 de mayo, a Estela le diagnosticaron Covid-19. Tres de los clientes de Isabel también se contagiaron, al igual que ella, su marido y una de sus dos hijas. Lo mismo ocurrió con seis integrantes de la familia de Estela. Trece personas en total, incluyéndola a ella.

Una vez que se confirmó su contagio la llevaron a una sala en el hospital, porque es asmática. Según contó, estuvo casi tres días allí y, a pesar de que el servicio de limpieza en el hospital es diario, “en ningún momento pasó ni un auxiliar de servicio” a higienizar la sala donde estaba.

En las primeras 15 horas se sintió olvidada: “no se acordaron de llevarme agua, comida, nada, hasta que reclamé por teléfono”. Dijo que se quiso duchar, pero no tenía dónde. Lo avisó y no recibió solución. De lo único que no se queja es de la doctora que la atendió, que era “muy amorosa”. Finalmente resolvió pedir el alta, porque pensó que en su casa iba a estar mejor.

En cuanto Isabel se enteró de la noticia, se hizo un test, al igual que el resto de su familia. Excepto su hija de un año, que no se contagió, todos tienen el virus y son asintomáticos. Hasta el día de hoy siguen cumpliendo la cuarentena.

El contagio tuvo otras consecuencias complejas, como el hostigamiento en redes sociales. “Fue lo que más me preocupó, pusieron que iban a pasar por la casa de la familia infectada e iban a prender a todos fuego. Estas cosas asustan porque nosotros nos cuidamos, respetamos el derecho de la salud de todo el mundo, y realmente pasamos un mal momento y nos enfermamos, pero no pasó de eso”, lamentó Estela.

Por su parte, Isabel rechazó el señalamiento de su casa por parte de pobladores y autoridades. “Yo no le estoy echando la culpa a nadie, a mí lo único que me molesta es que estigmatizaron mi casa como si hubiera realmente un lugar de culto religioso. Yo no puedo salir al frente de mi casa porque la gente me denuncia y me llama a la Policía. A Estela pasa gente filmándola y sacándole fotos, y he visto autos que pasan por acá, de canales locales”, cuestionó.


Hisopados negativos


Kits de diagnóstico de coronavirus utilizados durante la recolección de muestras en Rivera. Foto: M. Silva. 

Al conocerse la noticia del brote de contagios de Covid-19 en Rivera, las autoridades lanzaron un plan para realizar hisopados aleatorios, en 200 manzanas de la ciudad, de manera de conocer la situación general en la comunidad.

Los tests se realizaron entre el martes 26 y el viernes 29 de mayo y según informó el Sistema Nacional de Emergencias (SINAE), todos dieron resultados negativos.

En ello trabajaron de manera conjunta la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) y el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Diego Aboal, director del INE, dijo que en cada manzana se sortearon, en promedio, cinco hogares, para luego elegir un adulto dentro de cada uno. Los menores de edad fueron excluidos.

Cada día salieron diez ambulancias desde el Hospital de Rivera con un licenciado en Enfermería y un auxiliar de salud. Los recursos humanos fueron proporcionados por ASSE, Real Atención Primaria en Salud (RAP) y la mutualista local Comeri. Dos de los móviles eran del Hospital de Tacuarembó.

Las jornadas iniciaban a las 9 de la mañana con una reunión en las afueras del hospital con todo el equipo. En algunas se dirigieron directamente a la casa de los sorteados; en otras, los esperaron en distintos puntos de la ciudad.


Una mujer espera su turno para el hisopado en las calles de Rivera, el miércoles 27 de mayo. Foto: M. Silva. 

El procedimiento era rápido. Bajaban una silla y de la ambulancia a la vereda. Mientras la auxiliar desinfectaba el asiento, la enfermera le pedía a las personas citadas que hicieran una fila con su cédula en la mano.

Una vez sentada, la persona debía inclinar su cabeza hacia atrás para permitir que le introdujeran el hisopo en la nariz. La muestra se ponía en un tubo con líquido, y luego dentro de una conservadora para su traslado al laboratorio. Las ambulancias regresaban al hospital puntualmente a las 15 horas con la misión cumplida.

Aliados de Sudestada